El Colgado es la duodécima carta del Tarot y representa la pausa, el sacrificio y la introspección. Al aparecer en una lectura, sugiere que debemos detenernos para evaluar nuestras circunstancias desde otra perspectiva. Es un llamado a la paciencia y a encontrar la sabiduría a través de la reflexión. Esta carta puede señalar un tiempo de indecisión o la necesidad de renunciar a algo con el fin de avanzar en un aspecto más espiritual o emocional de nuestras vidas.
El Diablo ocupa la posición número quince en los arcanos mayores y simboliza las cadenas de nuestras propias pasiones y deseos materiales que pueden conducirnos al vicio y la dependencia. Indica situaciones de esclavitud y limitación, donde las fuerzas ocultas o los bajos instintos están controlando las decisiones. En una lectura, es una advertencia para examinar los aspectos de nuestra vida donde podríamos estar dando poder a nuestras sombras, en vez de perseguir nuestra libertad y mayor bienestar.
El Sol, que figura como la carta diecinueve de los arcanos mayores, es una de las cartas más positivas del Tarot. Representa la claridad, el éxito, la vitalidad y la confianza total. Su presencia en una tirada simboliza una época de felicidad, logros y verdadera realización personal. El sol sugiere que la oscuridad ha pasado y es hora de disfrutar el calor, la luz y el crecimiento que esta etapa trae consigo.
La combinación del Colgado, el Diablo y el Sol puede parecer contradictoria a primera vista, pero profundizando en su simbolismo conjunto podemos descubrir un poderoso mensaje de transformación personal.
La secuencia de estas cartas sugiere una progresión desde la introspección hasta alcanzar la iluminación. Podemos estar atravesando una fase de vida donde es crucial reconocer nuestros propios límites, enfrentar nuestras adicciones o dependencias, para así salir de los ciclos destructivos. El Sol promete que después de este proceso, habrá un renacimiento lleno de optimismo, claridad y éxito.
Este viaje podría interpretarse como un llamado al crecimiento espiritual, donde el sacrificio y el reconocimiento de nuestras debilidades conducen finalmente a una mayor realización personal y felicidad. Esta tríada nos recuerda que aunque el camino hacia la iluminación personal puede estar lleno de desafíos, al final nos espera una nueva y brillante realidad.